DIÁLOGO Y
COMUNICACIÓN
¿Cómo debe ser ese
diálogo-comunicación?
1. Diálogo fundamentado en el respeto a la
dignidad del otro.
Lo más grande que le puedo dar al otro es
reconocerlo y respetarlo.
La capacidad de diálogo en
el sentido de posibilidad y voluntad de comprensión mutua para superar los
inevitables problemas de la convivencia cotidiana, es un hito no fácil de
conseguir, si no se parte de una premisa básica: el respeto a la diversidad que
el otro representa para mí. Quiere decir que inevitablemente tengo que
confrontar contínuamente con otra persona que amo, pero que ambos somos
diferentes. Quiere decir que en muchas cosas pensamos, sentimos y actuamos
diferente. Esto, que puede ser causa de conflictos, también es la posibilidad
de mutua educación en el arte del diálogo.
Esta premisa se sustenta en
otra: el reconocimiento y la aceptación de la igual "dignidad", de
cada persona y de sus derechos, en el sentido de que ni yo soy más o menos que
el otro, ni el otro es más o menos que yo. Hay que cultivar la convicción de
que la "verdad" no es accesible sólo desde un solo punto de vista y
por un solo camino, sino que se accede a través de itinerarios diversos.
Que los padres sean los
primeros en educarse en saber dialogar, es un objetivo extraordináriamente
valioso de cara a la educación de sus hijos. Es un trabajo que si primero lo
hacen ellos, los hijos lo aprenderán si lo viven los padres. Es necesario que
estos tengan la "voluntad de dialogar". Este primer paso es
imprescindible. Esto implica la capacidad de ayudarse mutuamente a expresarse
en un clima de acogida y de respeto, en el que la dignidad, la singularidad, la
autenticidad de cada uno está garantizada.
Hay también que activar una
profunda relación empática, que quiere decir, escuchar al otro poniéndome en su
piel. Esto quiere decir, salir de mí y considerar al otro como un "otro
yo-mismo".
Dice Hellinger:
"Reconocer y valorar las diferencias. Lo diverso tiene un mismo valor y
una misma validez. De este reconocimiento nace después del amor. El fundamento
del amor es el reconocimiento del otro y de su familia, tal como son. (...) La
estimación implica reconocer que el otro tiene el mismo valor, aunque sea
diferente. El compañero es diferente, pero válido. Cualquier intento de
convertir al otro en algo diferente de lo que es, de hacerlo parecido a uno
mismo, está abocado al fracaso y destruye la relación.
2. Diálogo fundamentado en la escucha y la
acogida
En la práctica las personas
nos convencen los hechos, las realidades concretas, no las teorías ni los
buenos deseos. En el camino del diálogo sólo la escucha y la acogida concretos,
pueden devolver la dignidad al otro y construir el medio para crear el clima de
auténtica reciprocidad. El diálogo hecho de acogida y de escucha, humaniza la convivencia
y le devuelve ese calor que obra el corazón nuevamente al amor.
Para poder hablar de
auténtico diálogo es necesario que la palabra que se expresa supere la
superficialidad y penetre en la profundidad del estado de ánimo del otro. Hay
que percibir que de verdad el otro nos escucha. Esta experiencia reaviva la
confianza para sentirnos libres de expresarnos. Es evidente que esta
experiencia de libertad, deben tener las dos partes. Para que esto sea, la
escucha mutua es indispensable para que surja el sentimiento de mutuo acogida.
Ciertamente que hay que superar temores y desconfianzas, pero este es el
camino. Cuanto más se abandona la comunicación porque el diálogo ha llegado a un punto que parece
inútil o imposible, más difícil es reavivarlo. Hay que superar las resistencias
que surgen poniendo a prueba la capacidad de reiniciarlo una y otra vez, teniendo
en cuenta de no interrumpir al otro cuando habla, teniendo claro el objetivo
que se quiere conseguir: transmitir al otro la experiencia concreta que acojo y
escucho realmente. Al final de cada
diálogo o comunicación, si no es esta la experiencia que el otro recibe de como
yo lo acojo y lo escucho, no he de parar hasta darme cuenta de cómo acojo y
como escucho para que el otro se sienta de verdad escuchado y acogido por mí.
3. Diálogo para buscar la armonía en las
funciones familiares diversas de cada uno
El hecho de que cada miembro
pueda ejercer una función significativa en el núcleo familiar es muy importante
para evitar desmotivaciones y agravios comparativos por un lado y sobreposiciones
o confusiones por otro.
De esta manera cada uno pone
a disposición de los otros miembros de la familia una parte de sí mismo a
través del ejercicio o la responsabilidad de una función, que deben variar a lo
largo de los años según las edades. Es una manera de favorecer la unión
familiar, que no puede ser utópica. Para que sea real, "permanecer unidos
no significa otra cosa que ser conscientes, pase lo que pase, de la respectiva
función en el seno de la familia. Si la situación económica va mal, tiene
sentido que cada familiar contribuya a mejorarla. Si un miembro de la familia
es pequeño, débil, enfermo o viejo, tiene sentido que todos los demás miembros
se encarguen de cuidarlo y protegerlo compartiendo las responsabilidades. Si la
familia pasa por una situación difícil, de peligro, tiene sentido que cada
familiar contribuya de la mejor manera posible a superar la dificultad ,
incluso si ello conlleva renunciar a situaciones personales ventajosas. Nadie
debe estar sujeto ciegamente del otro, pero cada uno debe incluir el otro en el
propio programa de vida si quiere vivir en una familia estable y feliz ".
(E. Lukas, Dare un senso en la familia, Cittadella, Asís 1995, pp. 219-227)
Es necesario, por tanto, ser
capaces de amar, de perderse a sí mismo, también de sufrir, si es preciso, por
los demás: es el precio que hay que pagar, a menudo, por la serenidad y la paz
familiar. V. Frankl sostiene que no hay que ignorar las dificultades. Los
límites o los errores forman parte de un itinerario de crecimiento y de
desarrollo de cada persona y grupo familiar. Cuando es necesario, hay que saber
asumir hasta el fondo toda la realidad dolorosa e imperfecta, personal u otros,
sabiendo trascender el mismo sufrimiento, no para negarlo o removerlo, sino
para darle un "sentido". (D. Cohen, Conversazione cono Viktor Frankl,
"Psicología contemporánea", 29 (1978), p. 40).
Vivir los momentos de dolor
y de incerteza con libertad interior, aporta muchos frutos, forma personas y
grupos abiertos, dispuestos a acoger con dignidad y responsabilidad las
contradicciones, la impotencia, los conflictos del otro, como una ocasión para
ejercitar la auténtica estimación.
4. Diálogo para buscar una jerarquía de
valores en el seno de la familia.
En la familia, a veces, hay
que aprender a anteponer las necesidades de los demás a las propias. Así lo
propone la teoría de la logoterapia de V. Frankl, lo sostiene la importancia de
establecer en todos los miembros de la familia, una "jerarquía de valores".
Muchos conflictos se evitarían si la familia la tuviera hablada y consensuada,
primero por los propios padres, hasta participar los hijos directamente, a
medida que tienen uso de razón e indirectamente desde que nacen. (Cf. V.
Frankl, Senso y valore por el esistenza, Città Nuova, Roma 1998, pp. 70-71)
Uno de estos valores
familiares es el de dar prioridad a las necesidades que afectan a varios
miembros de la familia. El criterio de "jerarquía de valores" junto
con la capacidad de asumir la respectiva función en la familia, es garantía de
serenidad y estabilidad del grupo. Muchos conflictos familiares se evitan
cuando cada uno sabe coparticipar, aportando su contribución personal.
La importancia del diálogo y
la comunicación de la pareja, no termina en el hecho de tener diálogo y
comunicación entre la pareja, sino que tenemos que considerar también, la
calidad y la profundidad de este diálogo y las consecuencias que se derivan de
cara a la salud psicoafectiva, tanto de la propia pareja, como de la de sus hijos.
Según sea el grado y la
calidad del diálogo y la comunicación, el ME que surja, sin duda que ofrecerá
un marco más sano que favorecerá unas relaciones más sanas.
(Michele De Beni, comunicaré
por amare. Il dialogo nella vita di copia. Città Nuova, Roma 2006 II Edizione)
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