dilluns, 1 de desembre del 2014

DIÁLOGO Y COMUNICACIÓN

DIÁLOGO Y COMUNICACIÓN

¿Cómo debe ser ese diálogo-comunicación?

1. Diálogo fundamentado en el respeto a la dignidad del otro.
                       
Lo más grande que le puedo dar al otro es reconocerlo y respetarlo.

La capacidad de diálogo en el sentido de posibilidad y voluntad de comprensión mutua para superar los inevitables problemas de la convivencia cotidiana, es un hito no fácil de conseguir, si no se parte de una premisa básica: el respeto a la diversidad que el otro representa para mí. Quiere decir que inevitablemente tengo que confrontar contínuamente con otra persona que amo, pero que ambos somos diferentes. Quiere decir que en muchas cosas pensamos, sentimos y actuamos diferente. Esto, que puede ser causa de conflictos, también es la posibilidad de mutua educación en el arte del diálogo.

Esta premisa se sustenta en otra: el reconocimiento y la aceptación de la igual "dignidad", de cada persona y de sus derechos, en el sentido de que ni yo soy más o menos que el otro, ni el otro es más o menos que yo. Hay que cultivar la convicción de que la "verdad" no es accesible sólo desde un solo punto de vista y por un solo camino, sino que se accede a través de itinerarios diversos.

Que los padres sean los primeros en educarse en saber dialogar, es un objetivo extraordináriamente valioso de cara a la educación de sus hijos. Es un trabajo que si primero lo hacen ellos, los hijos lo aprenderán si lo viven los padres. Es necesario que estos tengan la "voluntad de dialogar". Este primer paso es imprescindible. Esto implica la capacidad de ayudarse mutuamente a expresarse en un clima de acogida y de respeto, en el que la dignidad, la singularidad, la autenticidad de cada uno está garantizada.

Hay también que activar una profunda relación empática, que quiere decir, escuchar al otro poniéndome en su piel. Esto quiere decir, salir de mí y considerar al otro como un "otro yo-mismo".

Dice Hellinger: "Reconocer y valorar las diferencias. Lo diverso tiene un mismo valor y una misma validez. De este reconocimiento nace después del amor. El fundamento del amor es el reconocimiento del otro y de su familia, tal como son. (...) La estimación implica reconocer que el otro tiene el mismo valor, aunque sea diferente. El compañero es diferente, pero válido. Cualquier intento de convertir al otro en algo diferente de lo que es, de hacerlo parecido a uno mismo, está abocado al fracaso y destruye la relación.

2. Diálogo fundamentado en la escucha y la acogida

En la práctica las personas nos convencen los hechos, las realidades concretas, no las teorías ni los buenos deseos. En el camino del diálogo sólo la escucha y la acogida concretos, pueden devolver la dignidad al otro y construir el medio para crear el clima de auténtica reciprocidad. El diálogo hecho de acogida y de escucha, humaniza la convivencia y le devuelve ese calor que obra el corazón nuevamente al amor.

Para poder hablar de auténtico diálogo es necesario que la palabra que se expresa supere la superficialidad y penetre en la profundidad del estado de ánimo del otro. Hay que percibir que de verdad el otro nos escucha. Esta experiencia reaviva la confianza para sentirnos libres de expresarnos. Es evidente que esta experiencia de libertad, deben tener las dos partes. Para que esto sea, la escucha mutua es indispensable para que surja el sentimiento de mutuo acogida. Ciertamente que hay que superar temores y desconfianzas, pero este es el camino. Cuanto más se abandona la comunicación porque  el diálogo ha llegado a un punto que parece inútil o imposible, más difícil es reavivarlo. Hay que superar las resistencias que surgen poniendo a prueba la capacidad de reiniciarlo una y otra vez, teniendo en cuenta de no interrumpir al otro cuando habla, teniendo claro el objetivo que se quiere conseguir: transmitir al otro la experiencia concreta que acojo y  escucho realmente. Al final de cada diálogo o comunicación, si no es esta la experiencia que el otro recibe de como yo lo acojo y lo escucho, no he de parar hasta darme cuenta de cómo acojo y como escucho para que el otro se sienta de verdad escuchado y acogido por mí.

3. Diálogo para buscar la armonía en las funciones familiares diversas de cada uno

El hecho de que cada miembro pueda ejercer una función significativa en el núcleo familiar es muy importante para evitar desmotivaciones y agravios comparativos por un lado y sobreposiciones o confusiones por otro.

De esta manera cada uno pone a disposición de los otros miembros de la familia una parte de sí mismo a través del ejercicio o la responsabilidad de una función, que deben variar a lo largo de los años según las edades. Es una manera de favorecer la unión familiar, que no puede ser utópica. Para que sea real, "permanecer unidos no significa otra cosa que ser conscientes, pase lo que pase, de la respectiva función en el seno de la familia. Si la situación económica va mal, tiene sentido que cada familiar contribuya a mejorarla. Si un miembro de la familia es pequeño, débil, enfermo o viejo, tiene sentido que todos los demás miembros se encarguen de cuidarlo y protegerlo compartiendo las responsabilidades. Si la familia pasa por una situación difícil, de peligro, tiene sentido que cada familiar contribuya de la mejor manera posible a superar la dificultad , incluso si ello conlleva renunciar a situaciones personales ventajosas. Nadie debe estar sujeto ciegamente del otro, pero cada uno debe incluir el otro en el propio programa de vida si quiere vivir en una familia estable y feliz ". (E. Lukas, Dare un senso en la familia, Cittadella, Asís 1995, pp. 219-227)

Es necesario, por tanto, ser capaces de amar, de perderse a sí mismo, también de sufrir, si es preciso, por los demás: es el precio que hay que pagar, a menudo, por la serenidad y la paz familiar. V. Frankl sostiene que no hay que ignorar las dificultades. Los límites o los errores forman parte de un itinerario de crecimiento y de desarrollo de cada persona y grupo familiar. Cuando es necesario, hay que saber asumir hasta el fondo toda la realidad dolorosa e imperfecta, personal u otros, sabiendo trascender el mismo sufrimiento, no para negarlo o removerlo, sino para darle un "sentido". (D. Cohen, Conversazione cono Viktor Frankl, "Psicología contemporánea", 29 (1978), p. 40).

Vivir los momentos de dolor y de incerteza con libertad interior, aporta muchos frutos, forma personas y grupos abiertos, dispuestos a acoger con dignidad y responsabilidad las contradicciones, la impotencia, los conflictos del otro, como una ocasión para ejercitar la auténtica estimación.

4. Diálogo para buscar una jerarquía de valores en el seno de la familia.

En la familia, a veces, hay que aprender a anteponer las necesidades de los demás a las propias. Así lo propone la teoría de la logoterapia de V. Frankl, lo sostiene la importancia de establecer en todos los miembros de la familia, una "jerarquía de valores". Muchos conflictos se evitarían si la familia la tuviera hablada y consensuada, primero por los propios padres, hasta participar los hijos directamente, a medida que tienen uso de razón e indirectamente desde que nacen. (Cf. V. Frankl, Senso y valore por el esistenza, Città Nuova, Roma 1998, pp. 70-71)

Uno de estos valores familiares es el de dar prioridad a las necesidades que afectan a varios miembros de la familia. El criterio de "jerarquía de valores" junto con la capacidad de asumir la respectiva función en la familia, es garantía de serenidad y estabilidad del grupo. Muchos conflictos familiares se evitan cuando cada uno sabe coparticipar, aportando su contribución personal.

La importancia del diálogo y la comunicación de la pareja, no termina en el hecho de tener diálogo y comunicación entre la pareja, sino que tenemos que considerar también, la calidad y la profundidad de este diálogo y las consecuencias que se derivan de cara a la salud psicoafectiva, tanto de la propia pareja, como de la de sus hijos.

Según sea el grado y la calidad del diálogo y la comunicación, el ME que surja, sin duda que ofrecerá un marco más sano que favorecerá unas relaciones más sanas.


(Michele De Beni, comunicaré por amare. Il dialogo nella vita di copia. Città Nuova, Roma 2006 II Edizione)

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